Rodney Howard-Browne, mejor conocido como el “Bartender” del Espíritu Santo, que sirve el “vino nuevo” de este supuesto avivamiento, es oriundo de Port Elizabeth en Sud Africa. A través de él, el movimiento del llamado avivamiento de Toronto avanzó rápidamente hacia Canadá, Estados Unidos, Australia, Inglaterra y Nueva Zelanda. Rodney Howard comenzó su nuevo ministerio cuando en julio de 1979 en una reunión interdenominacional de oración, a los 18 años de edad, “…comenzó a gritar a Dios: ‘Dios, o tú bajas aquí esta noche y me tocas, o voy a morirme y subir a donde tú estás y te tocaré yo.’ Comenzó a gritar de tal manera que asustó a todos los que estaban allí esa noche. Estuvo gritando por alrededor de 20 minutos.”[2] En 1994, en una entrevista con Paul Crouch en TBN, Rodney Howard-Browne relató cómo cayó por primera vez el espíritu de la risa: “Mientras estaba predicando, las personas comenzaron a caer de sus asientos, a rodar por el piso. El aire estaba moviéndose, y las personas comenzaron a reír descontroladamente, y no había nada gracioso o cómico que se hubiera dicho.”[3]
Este movimiento se dio a conocer posteriormente como la “bendición de Toronto” por las manifestaciones que ocurrieron en la iglesia Airport Vineyard, donde Rodney Howard estuvo ministrando este llamado vino nuevo. Otro lugar donde se dio a conocer este tipo de manifestación fue en Pensacola, Florida, en la Iglesia Asamblea de Dios de Brownsville, bajo el pastorado de John Kilpatrick. En ambos lugares (Toronto y Pensacola), la risa santa fue sólo el comienzo. Posteriormente siguieron otras manifestaciones extrañas. Algunas personas, bajo trance o éxtasis, comenzaron a emitir sonidos de animales y a comportarse como tales. Y otros, al caer bajo la influencia de este tipo de “fuerza espiritual,” permanecieron durante días en un estado catatónico o de embriaguez donde fueron incapaces de poder conducir un automóvil, vestirse o comer por ellos mismos.
Según el propio testimonio de estas personas, llegó el momento en que la “manifestación” era tan poderosa, que se hizo imposible el poder predicar el evangelio. Incluso, Rodney Howard-Browne mismo afirma: “Una noche comencé a predicar acerca del infierno, y la risa comenzó a llenar todo el templo. Mientras más explicaba a la gente cómo era el infierno, más aún se reían a carcajadas.”[4]
Analicemos estos conceptos espirituales que pretenden enseñar estas personas. ¿De qué manera los mismos nos llevan a un sano balance bíblico y son respaldados por la Escritura y por la historia de la iglesia cristiana? Puede parecernos descabellado lo que algunos hoy en día están afirmando, pero en resumidas cuentas expresa una visión que día a día cobra gran popularidad entre los cristianos. En muy pocos lugares donde se alega haber recibido algún avivamiento o manifestación sobrenatural, se ha procurado una evaluación bíblica seria y responsable de lo que está ocurriendo. ¿Será el temor a blasfemar contra Dios, a apagar el Espíritu? ¿O no será el temor a descubrir que todo es una manipulación emocional de los sentidos, o peor aún, manifestaciones satánicas que están engañando a las personas? Analicemos a la luz de la Escritura las alegaciones de este hombre llamado el “Bartender” del Espíritu Santo.
En primer lugar, nos dice que la primera manifestación que impactó su vida fue cuando tenía 18 años y en un servicio interdenominacional comenzó a gritar de una manera histérica que Dios lo tocara o si no él moriría para poder tocar a Dios. ¿Son estas las palabras de un hombre espiritual que tiene una sed genuina de Dios? ¿Dónde está la soberanía de Dios aquí en todo esto? ¿Estará bien el uno amenazar a Dios con privarse de la vida si no “baja” a tocar a uno? Definitivamente este sujeto no tiene ni la más remota noción de lo que es la santidad y la majestad divina. No vemos en sus palabras ese sentido de humildad y reverencia, y más aun, ese sentido de temor a Dios. Sí, la presencia de Dios es algo temible; tan temible, que quienes tuvieron la oportunidad de ver aun un “pedacito,” una sombra, o un reflejo de su gloria, quedaron tan espantados y abrumados por su miseria humana e imperfección, que clamaron a Dios por misericordia. Hoy en día la gente habla de tener experiencias con Dios como si fuera cualquier cosa normal de la vida. No lo es, mi querido amigo. Físicamente no estamos preparados para sostenernos en pie ante la gloria excelsa de Jehová de los Ejércitos.
“Entonces dijo Moisés: Te ruego que me muestres tu gloria. Jehová le respondió: Yo haré pasar toda mi bondad delante de tu rostro y pronunciaré el nombre de Jehová delante de ti, pues tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente; pero no podrás ver mi rostro, añadió, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo.” (Ex. 33:18)
La manera en que hoy en día muchos pretenden manejar el poder de Dios como si fuera cualquier objeto o elemento mágico, o incluso algo cómico y divertido, nos tiene que indignar a los cristianos que amamos al Señor genuinamente. Y cuando oímos, por ejemplo, que al predicar del infierno las personas comenzaron a reír a carcajadas, esto es muy serio. ¡Qué diferencia cuando Jonathan Edwards predicó aquel sermón clásico durante el Primer Gran Despertar: “Pecadores en las manos de un Dios airado.” En lugar de risas y carcajadas, aquellas personas lloraban y gemían de terror, sabiendo qué horrenda cosa sería caer en las manos de un Dios que aborrece el pecado y no dará por inocente al impío. Cuando Pedro predicó aquel primer sermón en Pentecostés, la multitud reunida allí no cayó a carcajada limpia al suelo. Profundamente impactados por el Espíritu, nos relata Lucas: “Al oir esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?” (Hch. 2:37)
¿Cuál será el origen o la razón de ser de este tipo de manifestaciones extrañas? Lo cierto es que existen dos posibles explicaciones para este tipo de manifestación. En primer lugar, la manipulación psicológica y la sugestión en una audiencia. Bajo ciertos elementos astutamente manejados, se puede conducir a una audiencia a un estado de frenesí o hipnosis colectiva que pueden ser confundidos con manifestaciones espirituales genuinas. La diferencia está en que las experiencias genuinas se dan dentro de un marco verdaderamente edificante: la Palabra es predicada, Cristo es exaltado en lugar de cierta persona o cierta manifestación, las vidas son cambiadas y restauradas, el pueblo de Dios es edificado y hay un fruto genuino y permanente. Estas manifestaciones carecen por completo de esos elementos, peor aún, son contrarias a lo antes mencionado: la Escritura es minimizada, la sana doctrina es echada a un lado, las personas son confundidas, no hay un fruto genuino y permanente.
Los distintos avivamientos en la historia han dejado huellas profundas en la región o el país donde han ocurrido. Un despertar espiritual trae una mayor consagración, pasión por las almas, celo misionero, profundidad bíblica. Si lo que se está reportando por ahí fuera genuino, ¿de qué manera están siendo impactadas las naciones o regiones donde están ocurriendo los mismos? ¿De qué manera toda la iglesia cristiana en dichos lugares están saliendo por todos lugares a llevar las buenas nuevas? Esto no es lo que está pasando. Al contrario, donde están ocurriendo estas manifestaciones extrañas, se llenan esos templos de curiosos o místicos, pero aparte de cobrar fama dicha congregación, no ocurre nada más. Cuando Dios trae un despertar verdadero, no lo limita o lo circunscribe a una iglesia o una denominación determinada. Lo da a todo el cuerpo, a toda su iglesia.
Una segunda razón para este tipo de manifestación proviene de fuerzas espirituales satánicas. Así como lo oye, mi hermano. No crea que una iglesia está exenta, si descuida la Palabra y el discernimiento, de convertirse en sinagoga de Satanás. Si los corintios fueron desviados de la sincera fidelidad a Cristo por seguir a “otro espíritu y otro evangelio,” ¿no cree usted que esta es una posibilidad? ¿Por dónde vino ese engaño? Por los “sentidos:”
“Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, [vuestros sentidos] sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo, porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.” (2 Co. 11:3 – Enfasis mío)
Esta estrategia satánica no es nueva. De hecho, es bastante vieja. La empleó por vez primera en el huerto de Edén cuando engañó a Eva, y le ofreció el fruto prohibido, y ella vio que el mismo era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable (Gén. 3:6). El engaño de Satanás apela a los sentidos, a las emociones, al deleite de la carne. Lleva a la persona a perder el dominio propio (fruto del Espíritu), y a sumirse muchas veces en un éxtasis que termina siendo una afrenta a Dios, en lugar de exaltarle. De hecho, estas manifestaciones de risa incontrolable carecen por completo de una base bíblica. La Palabra nos habla del gozo del Señor, de la alegría que sentimos en nuestro ser porque somos hijos del Altísimo, y él está con nosotros siempre, y nos bendice. Pero es un gozo espiritual, uno que incluso en medio de las tormentas de esta vida se mantiene, porque no depende de las circunstancias. Los cristianos podemos reír en ocasiones, porque no vivimos una tortura. Pero nada de eso tiene que ver con caer bajo una manifestación de risa incontrolable que no nos permita conducirnos debidamente en la casa de Dios, baluarte de la verdad. Las palabras del apóstol Pablo a la iglesia de Corinto, quienes habían convertido un verdadero don del Espíritu Santo en un desorden fueron: “hágase todo decentemente y con orden.”
Los defensores del movimiento de la risa apelan a aquellos pasajes de la Biblia que mencionan la palabra “gozo”, como una supuesta evidencia de la legitimidad de estas manifestaciones. Sin embargo, un estudio serio de la terminología griega demostrará que tal argumento carece por completo de toda validez. En griego, la palabra para risa es “gelao” (legaw)[5], y solamente se emplea en Lucas 6:25 y en Santiago 4:9. En ambos textos se presenta la risa como el producto de corazones altivos, orgullosos y burladores. Curiosamente en ambos textos la sentencia es que aquellos que ahora ríen, se mofan y viven en los placeres, algún día se lamentarán, llorarán y sufrirán. El término denota ese tipo de risa gratificante, fuerte o intensa. Por el contrario, el término empleado en el griego para gozo es “chara” (cara)[6], que significa regocijo, o sentido interno de paz y profunda seguridad y confianza. Este se emplea en muchísimos textos bíblicos, en especial en Gálatas 5:22 donde se menciona como uno de los frutos del Espíritu Santo en el creyente. Una mera carcajada es un “gelao,” pero ese gozo inefable que inunda al cristiano en medio de la crisis y la dificultad, eso es “chara,” el fruto del Espíritu Santo. No es que el “gelao” es malo, o negativo. Reír a carcajadas cuando estamos alegres, es tener sentido del humor, y en cierto sentido, tener salud emocional. Ser cristianos no es andar por la calle con el rostro amargado o compungido. Lo que es totalmente condenable es el tratar de hacer pasar el “gelao” por el “chara,” y más aún pretender que el mismo sea una especie de éxtasis repentino, cuando el gozo del Señor en el redimido es algo constante y permanente.
El apóstol San Pablo escribió:
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, pues nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” (2 Co. 4:7-11)
La vida cristiana no es un lecho de rosas donde uno se la pasa “muerto” de la risa. La historia de la iglesia está escrita con la sangre de aquellos mártires que ofrendaron sus vidas por Jesús, y anduvieron en este mundo como peregrinos, saludando de lejos aquella ciudad que anhelaban. Aún hoy en día, en muchos lugares de este planeta, miles de cristianos viven constantemente “entregados a muerte por causa de Jesús.” Este es un término que no tiene mucho sentido para los que vivimos en países donde hay plena libertad de culto. En países como el nuestro, la iglesia por lo general vive un “evangelio” cómodo, sin mucho compromiso, y muy poca negación. Desconocemos por completo lo que es estar atribulados, perseguidos, desamparados. Por eso muchos toman las cosas del Señor como algo trivial, cómico, o entretenido. Mientras algunos se reúnen para revolcarse por el piso a carcajadas, en otros lugares los creyentes viven bajo constante amenaza y peligro de muerte.
Sin embargo, aun estas personas de los cuales el mundo no es digno, y ante los cuales deberíamos sentirnos avergonzados, tienen la paz y la fortaleza del Señor en sus corazones; más que la que tenemos nosotros mismos. Están en apuros, pero jamás desesperados, bajo persecución, pero Dios no los ha dejado solos ni por un instante. Sus templos han sido derribados, otros han experimentado cárceles y torturas, pero no han podido ser destruidos. El gozo del Señor está en sus corazones aun en medio de tales vicisitudes. Pero cabe preguntarse, ¿por qué es que este tipo de manifestación sólo ocurre en países como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Puerto Rico, y en lugares donde casualmente la iglesia por lo general vive un evangelio trivializado? ¿Por qué Dios no le imparte este tipo de “manifestación” a los cristianos en China, India, en Irán o en Cuba, donde la iglesia sufre cada día persecuciones y martirio? Les vendría bien esta terapia de risa para olvidar su sufrimiento. La razón es sencilla: esto no viene de Dios. Es parte de toda una estrategia orquestada por el mismo infierno, para mantener a la iglesia de los países capitalistas bajo una anestesia general, de modo que no represente una amenaza en el lugar donde se encuentra.
Dios quiere que todos nuestros sentidos estén alertas y bien dispuestos para la obra que tenemos por delante. Por eso Pablo prefería hablar en la iglesia cinco palabras con su entendimiento, para enseñar a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.[7] En esto se nos enseña que Dios no promueve estados alterados de conciencia para manifestarse en su pueblo. Por medio de su Palabra y su Santo Espíritu nos comunica aquello que debemos conocer acerca de él, y nos da testimonio en nuestro Espíritu.
Según personas que han estudiado este tipo de movimiento, la manifestación de la risa incontrolable no consiste únicamente en la risa misma. Se da un tipo de proceso donde las personas van entrando en una especie de frenesí, hasta caer extenuados. Se ha observado que generalmente después del episodio de risa, viene un episodio de llanto, temblor, hacer ruidos de animales y correr alrededor del templo, hasta que la persona cae rendida sin poder moverse durante un tiempo. Curiosamente este tipo de manifestación es muy parecida a la que se observa en otros grupos no-cristianos. En algunas reuniones de Meditación Trascendental (MT), con el propósito de liberar lo que se conoce como la “fuerza Kundalini,”[8] las personas que acuden a dichas sesiones luego de repetir constantemente ciertos mantras, pasan por un proceso muy parecido al de las reuniones de Rodney Howard, John Arnott en Toronto, o Kilpatrick en Pensacola.
Algunas de las manifestaciones de comportamiento animal y otras extrañas que se han reportado en estos lugares y otros en otras partes del mundo son las siguientes:
1. Silbar como buhos.[9]
2. Caminar como pollos.[10]
3. Relinchar como caballos.[11]
4. Mugir como vacas.[12]
5. Nadar en el espíritu, de pecho y de espalda.[13]
6. Mujeres sintiendo dolores de parto.[14]
7. Saltar como canguros.[15]
8. Pérdida de la conciencia.[16]
9. Moverse como serpiente.[17]
10. Incapacidad de hablar y espasmos corporales involuntarios.[18]
11. Vomitar en el espíritu.[19]
12. Desnudarse[20]
13. Borrachera en el espíritu.
Sé que no es fácil para algunas personas creer que cosas como éstas estén ocurriendo en iglesias llamadas cristianas. Pero miles de testigos, la prensa religiosa y secular, e investigadores de los movimientos sectarios, han presenciado este tipo de manifestaciones. La pregunta es: ¿Por qué? ¿A qué se debe que personas que parecen estar buscando genuinamente al Señor, están siendo arrastradas a esta falsedad? Hay una razón fundamental: Muchos cristianos no están guiando sus vidas a la luz de la sana doctrina bíblica, sino sobre la base de modalidades, enseñanzas de hombres, profecías y alegadas revelaciones divinas, y otros elementos poco confiables que abundan por doquier. Como hemos explicado ya, la búsqueda de experiencias sobrenaturales, sin una base sólida en la sana doctrina (especialmente las doctrinas de la gracia), expone a toda persona al peligro de ser engañada y arrastrada al error. Sin embargo, la realidad es que la meta de un creyente no debe ser la búsqueda de una experiencia sobrenatural para satisfacer su sed de Dios. La vida cristiana no debe sostenerse en experiencias sobrenaturales y manifestaciones. No cuestiono el que Dios en algún momento permita que el cristiano experimente manifestaciones sobrenaturales. Lo que señalo como peligroso es que el cristiano dependa de las mismas para pretender vivir una vida cristiana abundante. Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas ya, por su divino poder.[21] El creyente ya está completo en Cristo Jesús.[22] Esto quiere decir que Dios le ha provisto de unos recursos para su crecimiento: la Palabra, la oración, el discipulado, y sobre todas estas cosas, la asistencia constante del Espíritu de Dios en su caminar diario.
La vida cristiana es en esencia una vida de fe, donde andamos sustentados por esa fe, y no por lo que vemos o sentimos.[23] El creyente debe vivir en este mundo confiando en las promesas de Dios y en la seguridad de Aquél que prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo. Aquellos que prometen experiencias y manifestaciones, están presentándole a la gente un falso atajo para alcanzar la plenitud de Dios, de una manera instantánea. No funciona así. Aun los discípulos que estuvieron cara a cara ante Jesús, tuvieron que seguirle y aprender de él durante tres años y medio, antes de estar listos para cumplir su ministerio. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés vino después de esos tres años y medio de discipulado, y ocurrió como cumplimiento de lo que se les había prometido, pues aún el Espíritu no había sido derramado sobre toda carne. Después de Pentecostés cada creyente recibe el bautismo del Espíritu Santo en el momento de su conversión. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”[24]
Muchos de los predicadores que invitan a las personas a “probar” una nueva unción, o una nueva manifestación del Espíritu, son semejantes a aquellos pseudo-médicos charlatanes, que iban de pueblo en pueblo en los Estados Unidos vendiéndole a la gente pociones milagrosas y píldoras que prometían curarlo todo. Detrás de estas falsas promesas había todo un negocio de lucro personal a costa de la miseria de la gente que buscaba desesperadamente una cura para su condición de salud. Así mismo hoy en día muchos de estos falsos maestros se valen de la ignorancia de muchos cristianos, sus necesidades personales y su sed de experiencias, para vivir como millonarios, utilizando la piedad como fuente de ganancia.[25] Ya lo advirtió Pablo cuando escribió a Timoteo:
“Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina, pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”Fuente:biblicaemmanuel