Pr. Víctor Pino*
Los historiadores modernos nos vienen diciendo que la obra de Martín Lutero ha sido redescubierta y está siendo estudiada bajo una óptica diferente por un grupo creciente de teólogos, sociólogos e historiadores.
Se dice que después de Jesucristo y de Pablo, el hombre más grande de todos los siglos es Martín Lutero. Sin lugar a dudas, Lutero fue uno de los hombres más influyentes en la historia del cristianismo. Muchos lo llamaron “profeta del pueblo”.
En nuestro contexto cristiano, profeta es aquel que se constituye en el vocero de Dios, el que entrega el mensaje que salva y redime al hombre, perfecciona y edifica al creyente en Cristo. En realidad, esa llegó a ser la labor de Martín Lutero cuando asume una auténtica función pastoral posesionado de la Palabra de Dios, enseña, predica y vive; es en ese sentido que el pastor evangélico actual se relaciona directamente con la Reforma Evangélica.
Este es el aspecto del que ahora quiero brevemente ocuparme: “La influencia de la Reforma Evangélica en el pastor evangélico actual”.
Si de manera transparente vamos a reconocer la influencia de la Reforma en el ministro evangélico, tenemos que hablar de la restauración bíblica del ministerio pastoral, porque la Biblia es la norma de fe y práctica.
I. La restauración bíblica del ministerio pastoral.
A. La Biblia, fuente de fe y práctica.
Dios, en cumplimiento a sus propósitos supremos usó a hombres santos, como Juan Wycliffe, Juan Hus y Jerónimo Savonarola, pero de manera especial a Martín Lutero, para volver a la cristiandad a la fuente pura de la revelación divina -la Biblia, como única autoridad suprema en materia de fe y práctica cristiana-, pues sosteniéndose en ella afirmó su fe y razón de manera tan digna y contundente, tal como lo demostró en la ciudad alemana de Worms, ante el emperador Carlos V, pues cuando en dicha Dieta -o asamblea general de todos los príncipes y representantes políticos y autoridades eclesiásticas del Imperio- le piden que se retracte, Lutero solemnemente contesta:
“Puesto que su majestad imperial y sus altezas piden de mí una respuesta sencilla, clara y precisa, voy a darla sin rodeos de ninguna clase, de este modo: ‘El Papa y los concilios han caído muchas veces en el error y en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo tanto, si no me convencen con testimonios sacados de las Sagradas Escrituras, o con razones evidentes y claras, de manera que quedase convencido y mi conciencia sujeta a esta Palabra de Dios, YO NO QUIERO NI PUEDO RETRACTARME, POR NO SER BUENO NI DIGNO DE UN CRISTIANO OBRAR CONTRA LO QUE DICTA SU CONCIENCIA. HEME AQUÍ, NO PUEDO HACER OTRA COSA; QUE DIOS ME AYUDE. AMÉN’ ”.
La fe que enseña la Biblia es la fe que salva y justifica, porque es ella la que une al hombre a Cristo y le ubica bajo su autoridad y señorío. Martín Lutero descubre esta gloriosa verdad en la Sagradas Escrituras y desde entonces predica: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). Esta verdad le da la firme convicción de haber nacido de nuevo y haber encontrado “una puerta ancha y abierta para entrar en el paraíso”, según su propia declaración. La fe es la que obra la justificación, y no las obras. Lutero puntualiza: “La primera, la más noble, la más sublime de todas las obras es la fe en Jesucristo. De esta obra deben proceder todas las obras: todas ellas son súbditas de la fe, y de ella sola reciben su eficacia”.
B. La Biblia, fuente de doctrina.
Ella es la verdad plenaria y absoluta. Fue el conocimiento personal de Cristo y de las Sagradas Escrituras lo que afirmó las convicciones del gran reformador Lutero, para enfrentarse al imperio de la Iglesia Católica Romana y a su jerarca, el papa León X, asumiendo con dignidad ejemplar el rol de un verdadero pastor evangélico, cuya prédica y enseñanza lo centró en Cristo y Su Palabra. Como un pastor que aprendió de Cristo -el “Príncipe de los pastores”-, nutrió y alimentó al rebaño con la palabra auténtica de Dios, de las doctrinas supremas de Cristo, y -hasta donde entendió- sin mezcla de error.
Este año se conmemora 489 años desde que se inició la Reforma más grande que la Iglesia Cristiana jamás haya tenido. La iglesia falsa fue sacudida en sus mismos cimientos y la corona de los papas tambaleó sobre sus cabezas. Esto ocurrió porque para Martín Lutero las Escrituras estaban por encima de toda experiencia y de toda supuesta revelación extrabíblica recibida. Con la misma actitud sabia de los creyentes de Berea que escudriñaron diligentemente las Sagradas Escrituras para poner a prueba la doctrina que enseñaba Pablo antes de aceptarlas como provenientes de Dios, también Lutero pasó por el tamiz de la verdad revelada en la Biblia las doctrinas de la Iglesia Católica Romana y las expresiones de religiosidad popular. Al hacer esto, Lutero comprobó que la iglesia papal estaba totalmente en el error y puso al descubierto sus mentiras diabólicas. Por esta postura, la Iglesia Cristiana Evangélica tiene con él una deuda enorme, y los pastores de hoy en día podemos encontrar en él un buen ejemplo de cómo asirnos de la Palabra de Dios y cómo contender ardientemente por la fe (Judas 3).
C. La Biblia, fuente de moral cristiana.
La Reforma Evangélica -también llamada Reforma Protestante- reafirma la fe bíblica y reivindica la doctrina de Cristo en toda su pureza, pero al mismo tiempo revalora el matrimonio del ministro de Jesucristo, en obediencia a la Palabra de Dios, pues el obispo debe ser marido de una sola mujer mediante el legítimo matrimonio, gobernando bien su casa y criando a sus hijos en sujeción y con toda honestidad (1 Timoteo 3:1-5). Martín Lutero contrae este compromiso con gran responsabilidad y asume su rol de pastor y ministro de Jesucristo demostrando la moral bíblica en el área más delicada, el matrimonio. Después de cinco años de haber iniciado la lucha contra el celibato de los curas y las monjas y a favor de la reivindicación del matrimonio como una institución santa establecida por Dios mismo, contrae nupcias con Catalina Von Bora el 13 de junio de 1525, llegando a tener seis hijos. “Así se fundó la casa doméstica del pastor evangélico, y desde entonces, la familia del pastor, el ministro de la Palabra y su esposa, los padres y los hijos, amos, criados, huéspedes y hospedados, han ofrecido a la Iglesia Cristiana Evangélica cuadros mil que regocijan a los ángeles…”, nos dice un escritor.
Con este enlace, el Reformador se separó completa y definitivamente de las instituciones papales. Los católico-romanos culpan a la Reforma Evangélica y a Lutero de haber profanado el sacerdocio, y no quieren considerar a los pastores de la Iglesia Evangélica como ministros de Dios; pero en realidad, la Reforma sencillamente ha enseñado lo que estaba ya olvidado por la falsa iglesia de Cristo: el fundamento sólido del sacerdocio de todos los creyentes, en el cual se funda el ministerio especial de los ministros de la Palabra.
Martín Lutero aprendió a vivir una santidad práctica. “Con su cabeza tocaba el cielo, a la vez que sus pies estaban en la tierra”, enfatizan sus biógrafos al referirse a la vida del Reformador.
II. Los peligros del ministerio pastoral actual.
A. Desviarse de la fe bíblica.
1. Por los vientos de una falsa fe.
Estamos viviendo en tiempos de gran amenaza para la Iglesia Cristiana Evangélica. El movimiento de la Nueva Era representa la amenaza más grande desde afuera; pero los movimientos religiosos heréticos constituyen una de las más grandes amenazas al Cristianismo desde adentro.
El Movimiento Carismático de Fe, por ejemplo, es una gran amenaza para la Iglesia Cristiana Evangélica porque ha distorsionado terriblemente la fe bíblica. Para explicarlo brevemente:
Este movimiento cree que “la mente y la lengua humanas contienen una habilidad o poder sobrenatural. Cuando una persona habla -expresando así su fe en lo que supuestamente son las leyes divinas- sus pensamientos y expresiones verbales positivos producen, aparentemente, una “energía divina” que tiene la virtud de sanar, producir riquezas, lograr éxito y otras maneras de influir en el medio ambiente…”. Según los “maestros de fe”, Dios automáticamente responde y realiza lo que ordenamos, cuando nosotros confesamos positivamente necesidades y deseos en fe.
A la luz de la Biblia, esta enseñanza es una aberración, porque Dios no puede ser controlado por medio de la confesión positiva. Si fuera así, “Dios sería reducido al nivel de un sirviente cósmico, sujeto a las fórmulas de la fe. Usted sería dios y El sería su criado”. La Biblia enseña, según Marcos 11:24, que debemos decir lo que creemos pero no creer en lo que decimos o declaramos. La fe bíblica, definida de manera sencilla, es: Total confianza en Dios y Su Palabra.
2. Por el sobre énfasis en la fe.
La fe es enfatizada de tal manera que Dios mismo tiene que tener fe para actuar por encima de las leyes naturales y espirituales. Los “maestros de la fe” -carismáticos y neocarismáticos- enseñan que Dios es un Dios de “fe de palabra”, quien creó al hombre a su imagen y le concedió la capacidad de funcionar al mismo nivel de fe que Dios. Como resultado, “el poder de Dios está a su disposición”. Todo esto explica por qué la mayoría de los maestros de Fe piensan que el hombre es un dios, literalmente; según Copeland, “un ser al nivel de Dios”. Mediante la imitación de las leyes cósmicas, el hombre puede realizar actos sobrenaturales al igual que Dios. Sin embargo, la Biblia establece con claridad que Dios nunca podría identificarse como un “Dios de fe”. Un ser que tiene que ejercer la fe está limitado, tanto en su saber como en su poder, ya que la fe descansa en la región donde no existen ni la certidumbre ni el control absolutos. Si Dios ha de tener fe, él tendría que depender de algo fuera de sí mismo para disponer de conocimiento y poder. Y eso claramente no es bíblico. La Biblia representa a Dios como el único que desde la eternidad todo lo ve y todo lo sabe, y quien dispone de absoluta y suprema autoridad. El no necesita fe (Salmos 115:3; 135:6; 50:21, 22).
B. Desviarse de la doctrina bíblica.
1. Por el énfasis en las revelaciones extrabíblicas.
Abundan hoy los maestros, profetas y cristos falsos que proclaman haber recibido nuevas revelaciones de Dios y pretenden adjudicarlas como complementarias a la revelación bíblica, a semejanza de José Smith, quien afirmó que El libro de Mormón o Las doctrinas y convenios eran el producto de la revelación de Dios, o Sun Myun Moon, fundador de la Iglesia de la Unificación, que afirma: “Las palabras de Jesús y del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento perderán su luz… ‘Perder su luz’ significa que el periodo de su misión ha terminado con la aparición de la nueva era”. La obra básica en donde se hallan las supuestas revelaciones dadas a Moon lleva el título de “El Principio Divino” o “El Testamento Terminado”, porque supuestamente contiene la verdad actualizada.
Estas y otras susodichas revelaciones extrabíblicas están en abierta contradicción con la Biblia, y cualquier otra revelación contrapuesta a la Biblia no proviene de Dios. Cristo ya nos advirtió sobre esto (Mateo 7:15, 16; 24:24; 2 Pedro 2:1-3).
2. Por el mercantilismo religioso.
La Reforma Evangélica del siglo XVI fue la más grande reforma que sacudió a la cristiandad agonizante que se encontraba en tan deplorable condición por carecer de una enseñanza cristocéntrica. Ya han pasado varios siglos desde que la Reforma Evangélica revitalizara al Cristianismo; pero ahora, con asombro observamos que la Iglesia Cristiana Evangélica ha ido perdiendo conciencia de sus raíces históricas y evangélicas (protestantes), y ya se ciernen sobre ella nuevamente sombras de una religiosidad antibíblica. Da la impresión que el ciclo sombrío de la historia se está repitiendo. No se necesita ser un profeta, menos un Martín Lutero, para discernir los tiempos. Basta con analizar un poco la religiosidad de la Iglesia, para percibir el espíritu de Juan Tetzel, pues el osado mercantilismo y explotación de la fe están otra vez golpeando implacablemente contra la Iglesia conservadora o fundamentalista.
La idolatría está en evolución en la iglesia. Se escriben textos bíblicos, incluyendo figuras hasta tener más imágenes que letras. Se ha desatado una ola de adornos religiosos, que asusta. Se fabrican manos orando, cruces, palomas que simbolizan el Espíritu Santo, etc. No sólo están en las paredes, como adornos, sino en el pecho, cadenas, pulseras, relojes y anillos de los cristianos. Ya hay estampitas con imágenes de Cristo, para marcar Biblias, etc. Esta tendencia está tomando fuerza y muchos evangelistas han iniciado una técnica de ofertas a cambio de ofrendas; para ello convierten ciertos objetos en “puntos de contacto” y fuente de bendiciones.
Algunos dicen: “Si me escribe con su ofrenda, le enviaré una cruz (o paño) ungido que le ayudará en todos sus problemas”… “Envíe hoy mismo su ofrenda junto a su petición y le enviaremos una oración impresa con la foto del evangelista”… “Junto a su donativo exprese cuál es su necesidad, ya sea trabajo, dinero, salud, etc., y le enviaremos como recuerdo un frasquito conteniendo agua del río Jordán”… o “…el ‘agua santa’ de la fuente del río de la vida de la Universidad de Oral Roberts”.
Durante el período de oscurantismo espiritual en la Edad Media, un tosco y carnal monje católico llamado Juan Tetzel engañaba a la gente común de su tiempo vendiéndoles indulgencias. Dichas indulgencias eran absoluciones especiales para evitar el castigo por el pecado en el purgatorio y eran ofrecidas por ciertos clérigos católico romanos. Al respecto, como buen publicista, Juan Tetzel tenía una pegajosa rima: “Tan pronto como la moneda en el cofre suena, el alma saltando sale del purgatorio sin pena”. Hasta había una tarifa para las diferentes indulgencias: 6 ducados por un adulterio, 9 ducados por el robo de las iglesias, sacrilegio o perjurio, 8 ducados por un asesinato, etc., e inclusive se daba facilidades de pagar por adelantado por los pecados que uno pensaba cometer en el futuro.
Me atrevo a señalar que el espíritu de Tetzel está representado en los “maestros de la fe”, tales como Oral Roberts. Este personaje es el presidente de la International Charismathic Bible Ministries (Ministerios Internacionales Bíblico Carismáticos), institución que agrupa a muchos predicadores carismáticos conocidos, entre ellos: Benny Hinn, Morris Cerullo, Paul Crouch (dueño de la TBN-Enlace), Charles y Frances Hunter, John Osteen, Keneth Copeland, John Avanzini, etc.
Oral Roberts, también ha elaborado un verso pegajoso: “Si tienes una necesidad, una semilla tienes que plantar”. En términos sencillos, para ellos el término “plantar una semilla” es sinónimo de “envíame el dinero”, porque “la semilla de la dádiva es la semilla de fe”. Los “maestros de la fe” hablan mucho de los “puntos de contacto”; por ejemplo, Robert Tilton pide a sus seguidores que le envíen “un retazo de tela verde junto a su ofrenda, para orar por ellos y transmitirles por medio de dicha tela bendición y prosperidad”. John Avanzini, quien ya ha venido varias veces al Perú, ha sido usado por los “maestros de la fe”, desde Crouch hasta Cerullo, para levantar fondos por medio de la táctica de la “centuplicación”. Es decir, si alguien ofrenda 10 dólares recibirá 1000 dólares, si da 1000 dólares recibirá 100,000 dólares.
Lo triste es que de estas normas de conducta se hace doctrina, así como de las experiencias. Actuar en ese espíritu, es actuar en el espíritu de Tetzel. “Hoy también hace falta una nueva Reforma. El saqueo de los pobres, santificado por bulas papales en el pasado, es sorprendentemente parecido a la nueva generación de “papas de la prosperidad” de hoy. Tetzel estafó a los pobres de su época prometiéndoles libertad del purgatorio; los falsos maestros de hoy están esquilmando a sus seguidores prometiéndoles libertad de la pobreza y vida abundante en prosperidad”. Estamos frente al imperio de los maestros de la fe y la prosperidad. Esto es una gran amenaza para la Iglesia Cristiana Evangélica.
C. Desviarse de la moral bíblica.
1. La moral relativista pragmática.
La Iglesia Cristiana Evangélica está enfrentando un pragmatismo creciente; es decir, la concepción filosófica cuya verdad y cuyos valores de referencia son el éxito, la eficacia, lo que supone beneficio. El filósofo pragmático W. Jones escribe “lo verdadero consiste simplemente en aquello que es ventajoso para nuestro pensamiento”. En términos sencillos, “si algo funciona bien y resulta, hazlo”, “el fin justifica los medios”. Así pues, en esta perspectiva moral todo se relativiza. “Es aquí donde la moral y los valores espirituales se vuelven cambiantes, sujetos más a la conveniencia humana que a un decálogo divino”.
“No todo lo que sale bien es bueno, ni todo lo que funciona está correcto, ni todo lo lícito nos conviene, como dice el pragmatismo. No es cierto que con tener bienes materiales alcanzamos un nivel superior de felicidad, o que nuestras ideas y caprichos, una vez alcanzados, nos hacen felices. El pragmatismo proclama una verdad superior fuera de la verdad absoluta de Dios, por lo que crea un relativismo muy peligroso y enajenador, que penetra como veneno en la teología”… y es lamentable que ya ha sido absorbido por muchos tele-evangelistas carismáticos y neocarismáticos (los “de la tercera ola”); y lo más terrible es que esto está atentando contra la moral bíblica.
2. La moral relativista religiosa.
La revelación bíblica es puesta en tela de juicio, alegando que no todo lo que la Biblia dice es verdad, y que muchas cosas están caducas. Pero, ¿qué es el relativismo? “Es una corriente filosófica que proclama la no-existencia de una verdad absoluta”; en este contexto, “la Palabra de Dios es tan sólo una cosa relativa entre todo lo creado, por lo cual la moral y la ética están sujetas a cambios según las circunstancias históricas de cada época”. “Bajo este pensamiento, se aceptan modelos de conducta que la sociedad impone, se dan leyes contrarias al principio divino: Se aprueba el aborto, el divorcio, se legaliza la homosexualidad, etc.”. El relativismo ha desvirtuado la realidad del infierno, ha menoscabado la realidad del pecado, ha negado la verdad de la salvación por Jesús, y lo que es peor, ha proclamado la muerte de Dios y ha declarado que el hombre es el centro de toda la creación. Esto ha creado una corriente por la cual se trata de desmitificar las Escrituras. Cada corriente saca una biblia con sus propios comentarios, acordes a sus pensamientos; inclusive en modernas traducciones se han cambiado el texto para debilitar el poder absoluto de la Palabra de Dios.
3. La moral relativista social y pública.
Actualmente estamos siendo invadidos por programas de televisión con entrevistas escandalosas e inmorales, en donde se enfocan hechos que están en completa contradicción con los valores cristianos tradicionales. Así tenemos los programas de Laura Bozzo, Cristina, Magaly Medina, Jaime Bayly, entre muchos otros. Hombres alardeando de sus conquistas sexuales, mujeres que con detalles explican cómo han hecho de la prostitución su forma de vida, matrimonios que proclaman su liberalidad al permitirse el intercambio de parejas con sus amigos, promoción y defensa pública a la homosexualidad, etc.
Las leyes morales y espirituales son violentadas cada día con mayor fuerza. La violencia se ha desencadenado con mayor ímpetu y salvajismo a pesar de haberse dictado leyes con penas de cárcel perpetua; se observa con mayor incidencia e intensidad las violaciones, el SIDA, la drogadicción, la corrupción en todos los niveles, la inseguridad ciudadana, la promiscuidad sexual… Todo esto es alarmante. La Iglesia algo está haciendo, pero esto aún no es suficiente. La Iglesia no puede ni debe quedarse pasiva ante este comportamiento con valores anticristianos.
Para muchos analistas cristianos su orientación es que debemos volver a la Palabra, aunque parezca contraproducente y paradójico. La Iglesia Evangélica misma necesita una nueva Reforma si ha de proclamar un mensaje profético con la autoridad de Dios capaz de producir cambios reales en la sociedad. Necesitamos proclamar la absoluta soberanía de Dios y su verdad como la guía más segura de fe y moral. Los pastores tenemos la responsabilidad de enfatizar los valores bíblicos y guiar al pueblo por las sendas antiguas. Tenemos que volver a las fuentes mismas del Cristianismo y alimentarnos de nuestras raíces históricas y evangélicas, no para seguir a Martín Lutero -como algunos pretendan acusarnos-, sino para seguir a Jesucristo como el Señor de la Iglesia, de nuestras vidas y de la historia; pero que el valor y la fe de Lutero, así también como de los demás reformadores, nos estimulen, tanto a la Iglesia en general como a los pastores, a mantener incólume nuestra lealtad a Cristo y Su Palabra.
Philip Shaff lo señala tan apropiadamente: “Como predicador, pastor y profesor, Lutero creyó que su deber era el de protestar… Mantenerse callado sería una traición a su teología y a su conciencia”. Por lo tanto, el 31 de octubre de 1517 Lutero clavó sus famosas 95 tesis en las puertas de la iglesia de Wittenberg, en Alemania.
En las actuales circunstancias de confusión religiosa, de doctrinas de demonios y un cristianismo poco práctico y decadente, los pastores evangélicos debemos asumir con firmeza, lealtad y honor el rol que nos ha encomendado nuestro Señor Jesucristo y, como Lutero, afirmarnos en la Palabra de Dios, por encima de toda experiencia y de toda supuesta revelación extrabíblica (2 Timoteo 4:1-4), haciendo propia su oración, digamos: “Señor, ayúdanos para que seamos fieles mayordomos del evangelio que Tú nos has confiado”.
* Ponencia presentada por el pastor Víctor Pino Gamboa, cuando era Superintendente Nacional de Las Asambleas de Dios del Perú, en el simposio denominado “Las Asambleas de Dios del Perú y la Reforma Evangélica”, desarrollado el 31 de octubre de 1998, con motivo de la “Celebración del Día del Pastor, Día de la Reforma Evangélica y los 79 años de presencia asambleísta en el Perú” efectuada en la Sede Nacional ADP, en Lima, Perú. Actualmente el Pastor Víctor Pino Gamboa pastorea la Iglesia Evangélica “Baluarte de la Verdad” en Chimbote, Perú. Además es director-fundador del Centro Evangélico de Investigaciones Religiosas “BEREA” (CEIR - Berea).
Fuente: Ceribera