Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite (Pr. 5:3).Para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la mujer extraña (Pr. 6:24). Para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras (7:5). Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios (7:21).
La palabra “zalamería” puede traducirse también como “deslizadero” (comp. Sal. 73:18). Esta mujer sabe qué palabras decir y cómo decirlas; las desliza suavemente para que sean insinuantes y provocadoras. Y esa misma zalamería puede emplearse en el canto causando el mismo efecto. Si a eso añadimos una voz susurrante y aireada, el efecto se potencializa. En The Art of Rock and Roll, Charles Brown dice lo siguiente acerca de los trucos vocales que usaba Elvis Presley: “Al suavizar la voz en ciertos pasajes él podía crear un efecto personal, que hacía que las mujeres del auditorio sintieran que les cantaba directamente a ellas”.
Esto se hizo posible con la aparición del amplificador electrónico, el cual permite al cantante susurrar sus canciones y aún así ser oído como si realmente estuviese a nuestro lado. Este estilo fue popularizado por los cantantes de boleros y baladas que explotaron esta nueva sensualidad en el canto; hombres como Juan Arvizu que fue conocido como “la voz de seda y terciopelo”, Pedro Vargas con su forma particular discreta y dulce de “decir” las canciones, o Leo Marini al que llamaban “la voz que acaricia”. Como dije al principio, esa sensualidad es totalmente inapropiada en la adoración de un pueblo santo dirigida a un Dios santo. Pero lamentablemente “el mismo método empleado por el mundo para hacer el sonido sensual está siendo ahora empleado por muchos reconocidos vocalistas cristianos contemporáneos.
Todavía muchos cristianos, o no comprenden o ignoran deliberadamente, el hecho de que esto ha dejado de ser un ministerio, para venir a ser simplemente un entretenimiento sensual y carnalmente gratificante” (Garlock, Frank y Woetzel, Kurt; Music in the Balance; pg. 93). Aún si la lírica de esas canciones fuera apropiada bíblicamente hablando (que en muchos casos no lo es), tanto el estilo como el género musical están haciendo estragos al mensaje que las letras intentan comunicar.
FUENTE: Por Sugel Michelén.
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